viernes, 6 de diciembre de 2019

SEGUNDA ÉPOCA (29). Cuarto amanecer



El Cambio climático y yo. Todos los yoes.

Hace semanas, sino meses, que estoy siendo interpelado directamente porque me compro ropa cuya elaboración copa grandes cantidades de agua. No he calculado si puedo acceder a adquirir ropa cuya elaboración requiere menos recursos y se dirige a sistemas de producción sostenible, es decir, que respeten todos los directrices que los grandes congresos acuerdan en un intento de salvar nuestra Tierra.

Estas interpelaciones han creado en mi un sentimiento de responsabilidad (todavía no de culpa) que supera mis posibilidades. Procuro no malgastar agua, sí, y estoy seguro de que no hago todo lo suficiente, vamos que suspendo en la tarea de defender  a nuestra Tierra.

Cuando voy a comprar comida, en todos los sitios me endosan un monto de piezas de plástico; reutilizo las bolsas de plástico, pero cada día que voy al mercado o al supermercado, traigo a casa con mis manos, bandejas de plástico envueltas en plástico, y bolsas de plástico para tratar higiénicamente los productos que compro.

Cuando vuelvo de la tintorería cada pieza de ropa utiliza una palomilla "rebozada" de plástico, más una bolsa de plástico para defender la pieza del polvo  y demás contaminación.

Para que mi responsabilidad se sobrecargue me llegan mensajes para que sea yo quien vaya suprimiendo todo ese plástico, y al menos reutilizándolo.

Tengo en la cocina cuatro cubos de basura para que los centros de tratamiento de basuras tengan ese primer desbroce hecho. Creo que Ecoembes, que insiste en sus anuncios en que la bolsa amarilla solo lleve envases, los recicla y los vende a los productores de alimentos envasados. Es decir, negocio. Está muy bien, pero exige que yo haga la primera clasificación gratis.

Unas pocas voces se dirigen a las empresas productoras y a las autoridades políticas y económicas. Ellos son los primeros que deben dar pasos para ir cambiando sistemas de producción y embalaje, y por tanto los primeros responsables de producir reconvertir todo el entramado productivo hasta que llega al consumidor o usuario.

Para terminar.Un ejemplo;  las personas de a pie debemos consumir menos agua, porque es escasa. Está claro, y lo admitimos. Pero pienso que si el 80% del consumo de agua en España reside en la agricultura, mis esfuerzos en la ducha, en la taza del water, en el fregadero, lavadora, secadora, friegaplatos y riego de las plantas, en la higiene de las manos, etc.,  son de agradecer y necesarios. Pero parece evidente que el gran esfuerzo debería hacerse en la agricultura. Yo, y los otros muchos yoes, acumulamos poco poder de intervención en la preservación del agua.


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