lunes, 23 de septiembre de 2019

SEGUNDA ÉPOCA. Fenomenología del vigésimo sexto amanecer.


1. Contexto.

La realidad en la que viven los hombres y las mujeres, hoy, hoy, repito, está perdiendo, más deprisa de lo que podemos asumir, las interpretaciones filosófico-económicas (sociología) que han sustentado durante siglos, quizás los últimos quinientos años, quizás solo los últimos cincuenta, según queramos empezar en el Renacimiento (curiosa construcción historicista) o en el final de la II Guerra Europea del pasado siglo. Porque se están arrugando, como un papel que acaba en la papelera de la nada, los mitos que han ido superponiéndose, e incluso conviviendo, para mantener la ficción de la "humanidad" como concepto que soporta un sueño: que la suma de hombres y mujeres con diferentes intereses y finalidades personales diferentes, y casi siempre divergentes,  conforman una unidad global que avanza históricamente hacia el cielo cristiano, hacia el cielo comunista, hacia una sociedad justa cuando el capitalismo democrático cumpla sus objetivos finales, hacia el punto ómega, incluso hacia la nada. ¿O acaso existe la humanidad como construcción que engloba a todos los hombres y mujeres desde el origen hasta el final, haciendo posible la "historia universal" ?

Abramos los ojos y reconozcamos que necesitamos nuevos mitos, o es suficiente con nacer, procrear y morir.

Nota: Segunda época, porque ya no sueño. Voy a escribir sobre lo que percibo, pienso o siento al amanecer. Mantengo los ordinales y su continuidad solo para poder moverme ordenadamente entre los sueños y los amaneceres.

2. Fenomenología del vigésimo sexto... amanecer.

No pretendo un orden lógico, histórico, filosófico, eficiente, y, mucho menos, eficaz, porque el "progreso de la humanidad" resulta ser, si removemos con las manos sus prenotandos y argumentos,  un globo ideal que solo existe en los interesados por mantener las condiciones sociales y económicas del capitalismo democrático occidental que, como es obvio, no se ha impuesto globalmente (Fukuyama, 1989), por los interesados en mantener teorías religiosas mediante la cuales encajar las vidas y costumbres en cajones morales y éticos, por los interesados mantenedores del marxismo como una religión más, por todos los interesados en soportar con pocos cambios los sistemas escolares como paraísos en los que encerrar temporalmente hasta la mayoría de edad a los hombres y mujeres (niños, jóvenes) que no tiene otro sitio en esta sociedad.

Si la "humanidad", como suma de hombres y mujeres, ha progresado, intentemos explicar la prostitución, como rebaños de mujeres con pastores que se quedan el producto económico de esas mujeres (¿esclavas?, pues sí; no ha desaparecido la esclavitud), y que, para más parodia, las naciones de la Unión Europea puede integrar en el PIB anual; cabe preguntarse por  que no se hace igual con el negocio de la droga, con la economía sumergida, y un poco más allá, con el monto de la corrupción. Explicar también por qué  no han dejado de existir las  guerras, aunque sean controladas, porque son muchas. Explicar por qué sigue existiendo la tortura, los asesinatos políticos, la violencia social, la violencia machista. Explicar tantas cosas que siguen existiendo al margen, por lo menos, del discurso del progreso de la humanidad. También siguen existiendo guerras de religión. También sigue existiendo la esclavitud de menores, de hombres y mujeres adultas, todos ellos como soldados de gleba, como mano de obra barata; existe el comercio de esclavos.

El progreso de la humanidad fue fiado a la educación y la sanidad por el socialismo, y durante unos decenios (desde 1945 a 1990) fue el fogonazo que hizo realidad lo prometido (solo en el mundo occidental, ¡eh!), porque puso en marcha el ascensor social; pero el ascensor se ha parado, y...¿solo es una avería?

Los amaneceres, biológicamente, son mucho más breves que los sueños porque  a las primeras luces del alba le sigue con rapidez el nacimiento diario del sol. Hasta que nos encontramos en otro amanecer.







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