Cuando la cubrió de besos, Aída se sujetó a sus vigorosos brazos y una corriente la invadió, fría y caliente, enérgica y suave; cerró los ojos y vio puntitos de colores en un firmamento oscuro. Reía, sudaba y flotaba sobre el mundo. Karim acariciaba su piel.
Relajada y satisfecha, Aída yacía a su lado.
- Me estoy haciendo tan viejo que mi voluntad y mi deseo a veces no alcanzan al cansado caballero que llevo entre las piernas. Cuelga de mi como un pedazo de carne floja, mientras yo me muero de deseo -dijo Karim entristecido.
- ¿Por qué estás insatisfecho? Ha sido muy bonito -protestó ella, apoyando su cabeza en su velludo pecho.
- Siempre es bonito. Aunque sea acompañarte en tu vuelo, ver cómo te transformas en una chica joven. Deseaba penetrarte, pero el colgajo de entre las piernas no opina lo mismo que yo; por lo visto, se ha retirado a la vida tranquila.
- El juego del amor no tiene que realizarse siempre con eso tieso -objetó Aída, dándole un tierno empujoncito en el costado.
- Pues sí, para los hombres sí, y ese es nuestro defecto. En el más allá me gustaría señalarle al Señor del universo ese fallo de construcción. En cambio, a vosotras, las mujeres, os ha concedido su gracia. Vosotras siempre podéis. Nosotros no, mala suerte. Es raro, pero hasta ahora no había no había deseado que la vida empezara al revés, que uno naciera siendo un vejestorio y con los años y la experiencia fuera rejuveneciendo.
Aída se rió de esa extraña idea; viejos con barba gateando con un chupete en la boca.
- Pero hay remedios -dijo ella.
- Sí, pero yo no quiero recurrir a ellos. No quiero que esos remedios duerman contigo, me pondría celoso -respondió, riéndose de su propia ocurrencia-. Pero me doy cuenta de que, cuanto más viejo me hago, mayores son las pérdidas. Ya me han dejado muchos amigos y parientes. También cosas que una vez me resultaban importantes y preciadas pierden su valor. Ahora se despiden sin ceremonias mis fuerzas y habilidades. Es triste, pero es así..."
Estos párrafos los he copiado de la novela de Rafik Schami, Sofía o el origen de todas las historias, Salamandra, Narrativa, Barcelona, 2016, págs. 393 y 394. Novela recomendable; la narración va desde el verano de 2006 hasta el 9 de enero de 2011. No aparece para nada la guerra de Siria, pero sí da mucha claves para entender lo que está pasando; además tiene una buena trama y está, en este caso, bien traducida. Los párrafos elegidos no son un sueño, por eso los he transcrito como un "interludio", el (b), que, además, explican algunos aspectos de mi primer sueño.
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